En la época del latifundio, después de la siega y cosecha del grano, se quemaban los campos para “limpiarlos” de cara a la próxima siembra. Aconteció que quedaron en la tierra algunos granos de trigo que escaparon de la siega, pero quemados por el fuego. Los aparceros las recogían y hacían una harina para llevar a casa. Así nació la harina de trigo quemado.