La palabra italiana para crepe, 'crespella', tiene una etimología dual, griega y latina. Deriva de la palabra latina que significa enrollado y de una palabra griega que significa enrollado. En la época medieval, las crepas se hacían con agua y vino en lugar de leche. Hoy, en el norte de Francia, las crepes saladas se hacen con trigo sarraceno y se llaman galettes.